Reflexión
¿A qué vino Jesucristo al mundo?
Sin que haya de por medio, alguna denominación, alguna bandera, alguna ubicación geográfica, alguien con poder económico o político, debemos entender que el paso de Jesucristo por la tierra no tenía un propósito escondido. Él vino a dar a conocer la verdad, a enseñar que amar a Dios por encima de todo y a los demás como quisiéramos ser amados, son sus dos grandes mandamientos.

Por Julieta Pinzón
Marzo 2024
Jesucristo anunció las buenas noticias del Reino de Dios a las personas. Que establecido su reino o gobierno, si depositamos nuestra confianza en Él y tenemos fe, seremos salvos. Durante tres años y medio, se dedicó a dar este mensaje. (Mateo 9:35). Realizó obras poderosas, cosas impresionantes y milagros increibles (Hechos 2:22). Logró calmar una tormenta, alimentar a miles, curar enfermos y hasta devolver la vida a muertos (Mateo 8:23-27; 14:15-21; Marcos 6:56; Lucas 7:11-17).
Dios no hace nada sin un propósito o por capricho; la venida del Señor a este mundo tenía propósitos concretos:
1. PARA BUSCAR – Al hombre perdido. Lucas 19:10 “Porque el Hijo de Dios vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. En la biblia encontramos: La historia de la oveja perdida, La moneda perdida y la parábola del hijo pródigo.
2. PARA LLAMAR – los pecadores al arrepentimiento. Lucas 5:22 “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”. Llamar significa captar la atención por un grito o acción. Para avisar de algo importante, a veces de un peligro mortal. Hebreos 2:3 “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, no fue confirmada por los que oyeron”. Mostrar el camino correcto. Isaías 53:6 “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él mismo el pecado de todos nosotros”.
3. PARA SALVAR AL MUNDO. Juan 3:16. Llevar el castigo del pecado, perdonar la deuda que el hombre no pudo pagar. Juan 12:47 “Al que oye mis palabras, y no las guarda yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo”. 1° Timoteo 1:15 “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”.Salvar significa Librar, perdonar, sanar o curar.
1° Pedro 2:24 “Que llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”.
4. PARA DAR VIDA ETERNA EN ABUNDANCIA. Juan 10:10 “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. La vida que Cristo ofrece al pecador es como una fuente de agua sin fin. Juan 4:14 “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo te daré será en el una fuente de agua que salte para vida eterna”.
5. PARA DAR SU VIDA EN RESCATE. Tomar el lugar del hombre culpado, condenado, perdido; bajo la sentencia de la muerte eterna. Mateo 20:28 “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. La palabra rescate significa tomar el lugar de una persona, recibir el castigo que la otra persona merece. Romanos 5:6-9 “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osare morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Cristo tomó nuestro lugar y murió por nuestros pecados, Él rescata a todos los que aceptan su perdón y sacrificio por ellos. Cristo vino para ser el camino para el cielo. Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi”. Romanos 10:9 “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
Pero más allá de todo lo que representan sus enseñanzas es detenernos a analizar, la forma en que lo hizo. El rompió con todos los esquemas, con todas las expectativas, dejando una huella indeleble en su paso por la tierra. Y no precisamente, porque haya hecho mucho ruido para lograrlo. Su sola presencia, sus palabras, su humildad, sus silencios o respuestas ante la agresión, lo hacen único.
Nació en un humilde hogar. Aprendió una profesión nada especial, heredada de su familia. Entró a la ciudad montado en un burro. Vestido siempre con ropa y calzado sencillos. Pudiendo, no se auto-proclamó rey ni señor. Escogió como amigos y discipulos, gente del común. Predicó e hizo milagros, sin tener en cuenta las clases sociales, la reputación, si eran o no extranjeros, si las leyes impuestas por los fariseos lo impedían. No discriminó a nadie, fue absolutamente incluyente.
Todo esto demostró que el fue y será, un ser de amor, de luz, de justicia y de verdad.
Y lo más importante que dejó y es su sello, son sus dos grandes mandamientos, que sin leyes enredadas,sin adornos innecesarios, sin denominaciones especiales, resumen lo que Él demanda de nosotros. Y está escrito en Mateo 22:36-40 “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Por todo esto, si somos creyentes, nuestro único objetivo, debería ser, cumplir con estos dos grandes mandamientos. Lamentablemente, estamos más preocupados, por conformar grupos cerrados, por añadir leyes amañadas, por interpretar las escrituras de manera conveniente, por adoctrinar a las personas para manipularlas, por hacer juicios y acepción de personas, por difundir la división y el odio, por manejar una imagen falseada de nosotros, por esconder nuestras debilidades y quebrantos, por creernos únicos dueños de la verdad. Todo esto, contrario a lo que Jesús enseñó.